Traducción

viernes, 4 de octubre de 2019

IMPATIENS BALFOURII

Distrayendo la espera con flores impacientes
    
Impatiens balfourii
Impatiens balfourii


Mientras Mikel le cambia el aceite al coche, y haciendo tiempo, doy una vuelta por la margen izquierda del río Oyarzun. Veo que ya, por el barrio Larzabal de Rentería, las orillas presentan una apariencia natural y florida de bosque de ribera. La Fandería fue una de las zonas más afectadas por los aguaceros y las inundaciones de mayo. Ahora, sin embargo, viendo estas “impatiens” nada hace pensar en el desastre que hace cuatro meses supuso para esta zona la crecida del Oyarzun.




Impatiens balfourii








Junto a esta orilla está el paseo que lleva el nombre del pintor Darío Regoyos. Y aquí es donde me cruzo con quienes caminan a esta hora, mayormente jubilados, mientras me llegan ráfagas de conversaciones variopintas y animadas.
- Se lo dije una y otra vez: que no les des nada, que no.
- No, si es lo mejor. Si no, no aprenden.
- Y él, dale que dale…


Impatiens balfourii









Si Regoyos hubiera pintado estas conversaciones, serían tan coloristas y luminosas como sus paisajes, pero sus personajes, sin embargo, son a menudo disgregados y oscuros; no hablan o se agrupan en procesiones lúgubres. 
Otra cosa es suponerle andado por estas orillas, con las “impacientes” en plena floración y oyendo lo que se habla esta mañana.




Impatiens balfourii






Pues sí, Darío anduvo por esta misma orilla y pintó bañistas junto a este río: Bañistas en Rentería.
¡Vaya! No parece que en la "belle epoque" hiciera falta bañador; sería para lucimiento de los veraneantes en La Concha. Así mismo, me sorprende ver que ahora la vegetación arbórea es más abundante que hace un siglo. Las crecidas del río, por el contrario, no afectarían entonces a otras edificaciones que no fueran industriales, como la fandería y los molinos de cortaban el cauce.




Impatiens balfourii






Regoyos se situó un poco apartado, quizá para evitar que los chapuzones le salpicaran la tela, pero oiría claramente los grititos de los bañistas y pintó la luminosidad de su alegría. 
Puedo suponer también que, si se hubiera acercado, habría distinguido las “impatiens” que quizá ya estarían por ahí, como lo estarían las que vemos por Igueldo junto al Camino de Santiago, venidas desde el Himalaya, vete a saber cuándo y cómo.







Aún en otoño tenemos con qué animar la vista y el oído

Impatiens balfourii

jueves, 5 de septiembre de 2019

ULEX GALLII


Por los senderos herbosos de Ulia, con las flores y sus gozos punzantes
     
Ulex gallii   Árgoma = Otea
  
Ulex gallii   Árgoma = Otea





Esta mañanita fresca y soleada de septiembre resulta apropiada para recorrer senderos de Ulia, creo. 
Subo por Zemoria y me cruzo en las escaleras con una pareja de señoras que bajan en plan caminante. Habrán salido del albergue.
– Buenos días. – Bon jour. 
Por la rampa me cruzo con otras dos caminantes. ¿Irán a Compostela?
– Buenos días. –  Good Morning.
Ya en el Paseo arbola, ¡no puede ser!, otras dos y con rasgos orientales.
Ssssssssss. Agur y buen día, señoras.









Ulex gallii   Árgoma = Otea


La vegetación es exuberante a los lados del camino arenoso, que está húmedo cerca de la fuente de la kutraila.
Mira, aún quedan hortensias en flor –me digo.
Paso al sendero del mirador de Arimetako Punta. Como es más estrecho, queda casi oculto por las plantas entre las que discurre. 
Por esta zona despejada de marojos, veo floridas las serrátulas de los tintoreros y saco la cámara.
Oigo hablar.




Ulex gallii   Árgoma = Otea






Se acerca una pareja de treintañeros. El viene delante y ella, unos pasos por detrás; vamos, lo habitual aún hoy en día. La señora anda con pantalón corto y bambas. Me rebasan, pero poco más adelante la señora se detiene.
–¿Se podrá seguir hacia adelante? –pregunta cuando estoy a su altura.
–Seguramente; mire cómo sigue el sendero por la derecha –se lo señalo, tratando de animarla.





Ulex gallii   Árgoma = Otea







Duda, si bien termina por seguirme. 
Me detengo nuevamente y la pareja avanza por el sendero. Los oigo hablar; hablar y quejarse, quejarse y hablar. 
Las sucesivas pendientes pronunciadas de este sendero próximo al mar, no son para transitarlas sin bastones y con bambas, ni con pantalón corto cuando vas a notar el roce doloroso de zarzas y árgomas (oteak, en euskera). 
¡Calmidades, más que calamidades!



Ulex gallii   Árgoma = Otea












Sigo, miro y me paro una y otra vez a tomar fotos de las serrátulas, las campanulas, los brezos, las centaureas, las cannabinas, las salicarias, las sietenrama, las varas de oro y las también amarillas árgomas, que de trecho en trecho ocupan el sendero con sus ramas punzantes.
Me malicio que hemos perdido una senderista.
El tiempo se va nublando.













A quien anda le ocurre y no siempre quien se pica ajos come
   
Ulex gallii   Árgoma = Otea

domingo, 21 de julio de 2019

SAMBUCUS EBULUS


Saúcos marginales al borde del parque Ametzagaina   

Sambucus ebulus
Sambucus ebulus





Esta tarde tenemos viento sur y hace días que no ando por los senderos umbríos del parque Ametzagaina. Se me ocurre que es un buen pretexto para hacer una visita al regato fresco y selvático que corre al oeste del parque. Resulta un  refugio próximo, oculto y solitario, alejado del calor de las playas y de la barahúnda de los visitantes.







Sambucus ebulus








No se puede decir que haya llegado la canícula, pero el verano se hace notar. 
Aparcado en el camino, un joven dormita en un utilitario. Yo, a lo mío; que aún hay variedad de plantas en flor: corregüelas, pulicarias, hierbas de los pordioseros…
-¡No, por dios! El amodorrado en el coche no parece que se dedique a pedir por dios.









Sambucus ebulus







No le molesta el tráfago de la variante; sí, le resultará una cantinela adormecedora. 
Un poco más adelante me detengo junto a un seto a observar las umbelas de los saúcos, abiertas como sombrillas de la Belle Epoque
Se extinguió la moda de los quitasoles blancos de aquellos celebrados años y por aquí aún no la han restaurado los turistas orientales.






Sambucus ebulus







Vuelvo a los saúcos, que, vistos así de paso, no llaman especialmente la atención. Piensa uno, que son otra más de las plantas malolientes que adornan las lindes. 
Pero, no. ¿Qué tal si me detengo para apreciar la delicadeza de sus pétalos, no menor por repetida, o el destello de sus estambres? 
Me guardo unas cuantas fotos. 








Sambucus ebulus





- ¡Eh! Pero, ¿qué es esto? 
Militar gunea  Ez pasatu    
Zona militar    No pasar

Doble cartel sobre una valla recién puesta. No cierra del todo el paso. 
Debe de ser solo para vehículos, porque la advertencia de siempre estaba más abajo. 
En efecto; sigo adelante hasta entrar por el sendero que me lleva al regato. ¡Ja!








Lejos de la indiferencia de la lejanía, la deferencia de la proximidad
  
Sambucus ebulus

martes, 30 de abril de 2019

PICRIS HIERACIOIDES

Un paseo con colores y sonidos de tarde


Picris hieracioides
Picris hieracioides





La tarde soleada de finales de abril y el viento fresco del norte invitan a pasear por el Ulia. El paseo Arbola es un lugar tranquilo para a observar las innumerables flores silvestres de las orillas. Dejadas atrás las últimas viviendas me veo en la disyuntiva de andar hasta la cima o detenerme continuamente. Creo que podré hacer las dos cosas, dado que la tarde es larga y que hay atajos de subida.







Picris hieracioides







Pues sí que el paseo es tranquilo. Los paseantes de hoy no se detienen a preguntarme qué fotografío; es obvio: flores. Una señora sube sola hablándole al móvil. Debe de dedicarse a pintar cuadros y quiere terminar uno que le resulta complejo, según me lo hace saber por lo alto que habla. Tendrá tiempo de acabarlo antes de salir de viaje en junio. Y bla, bla, bla…







Picris hieracioides


Los espacios luminosos y sombreados del paseo y el verdor de las orillas me recuerdan otros ambientes bucólicos, máxime cuando me adentro por sendas, evitando el asfalto. En todo momento cuento con la musicalidad de variadas aves, que animan mis pasos. No sé ponerles nombre. Son como instrumentos melodiosos que sin verlos saboreo sus dulces trinos.








Picris hieracioides





Otro cantar son los sonidos que vienen de abajo. Una moto grande atruena con su fuerte ruumm, ruumm, ruumm… Otra más pequeña chirria con un penetrante riiiiinn, riiiiinnn, riiiiinnn… En unas obras, el martillo de compresor tabletea su tra, tra, tra, tra… Un tren mercancías debe de pasar pitando por el apeadero de Gros. Y de fondo, el tráfico de las calles que hace de violón de la orquesta de la vida de Donosti. Si tanto se nota desde esta ladera, ¿porqué me resulta desapercibido desde dentro?





Picris hieracioides






Ya voy camino del albergue de la cima y ahora es la música de algún aparato que deben de tener encendido los alberguistas. Una pareja está al sol hablando y tomando refrescos; una lectora tiene extendidos los pies sobre otra silla. Han trasladado el sabor acre de la ciudad a un paraje idílico. Les presentaría estas picris amargas, (picris es acre, amargo en griego) para hacer juego con la situación.







Sonidos con sabor en una tarde de primavera


Picris hieracioides

lunes, 21 de enero de 2019

VICIA SEPIUM

Aún con las rebajas, y ya a vueltas con la nueva temporada
    
Vicia sepium
Vicia sepium








Este inicio de invierno ha sido especialmente seco; casi no se ve nieve por el Pirineo próximo. Y hasta ahora no está resultando notablemente frío como para limitar el florecimiento de algunas plantas por los márgenes de los caminos. Así es como he podido ver floridas por Ulia esta especie de vezas (vicia).

Vicia sepium















No hace tanto que en Ulia había cantidad de huertas que ahora están en barbecho en su mayoría. Quizás, como recuerdo asilvestrado de aquellas huertas, quedan estas vezas que podían cumplir varias funciones: las vainas y granos servirían de alimento a aves de corral, nitrogenarían el terreno o cubrirían las empalizadas por ser plantas trepadoras (sepium).



Vicia sepium















Pero cercas de estas, también me las encuentro en la bajada a los cuarteles de Loiola desde Intxaurrondo y también junto a las empalizadas florecen estas vezas. Por aquí, las vezas de estas cercas deben servir, sin embargo, para alegrar el alimento de las ovejas que en estos terrenos triscan mirando al Urumea.





Vicia sepium















Es bonito ver ya en enero en las cunetas y lindes flores con variados colores y formas que se salen de lo típica simetría radial. Estas flores con pétalos alados, típicas de las legumbres, y que los botánicos creen ver similitudes con las mariposas (papillon en francés), son las papilonáceas, pero...







Vicia sepium








- ¿Y qué hace aquí este perro? - Mientras trato de fotografiar una de estas vezas, se me ha acercado un chucho. Le llama un chaval, pero ni caso. Aquí sigue; le deberá interesar la fotografía.
- Ay, cuidado- Ahora veo aquí mismo dos cacas de perro. Serán las que le han atraído; no mi cámara.
- Pues, vaya; va a ser uno de los riesgos de salirse del camino.















Por los caminos de Donosti, mirando flora y aguantando la fauna 
   
Vicia sepium

domingo, 6 de enero de 2019

SENECIO ANGULATUS


Muros floridos en invierno
    
Senecio angulatus
Senecio angulatus


Volvía de Loiola a Gros por el puente de Astiñene, puente que no figura entre los siete de Donostia, según las páginas turísticas; pero hay varios más. Uno de esos es el puente de Astiñene, que está entre los barrios de Egia y Loiola, junto al caserío de su nombre
Bien, pues al pasar, algo brillante llamó mi la atención, más que los muñecos del belén de Loiola.



Senecio angulatus











Y fue que, al mirar hacia el caserío ruinoso, vi unas matas cuajadas de flores amarillas en pleno invierno, ante la fachada que da a la margen derecha del Urumea. 
No me pareció, con todo, que esas vistosas matas sacaran de sus preocupaciones a los transeúntes que diariamente andan por la zona: no las miraban; no serían novedad.





Senecio angulatus











Y eso que, estas matas no solo crecen cabe Astiñene, si no que continúan hacia Egia por el costado del muro que sostiene la carretera. Parecen competir con las hiedras, escalando el muro desde las huertas junto al Urumea hasta el pretil de la acera. 
Por este parecido, unas flores tan compuestas como las margaritas, se llaman hiedras… del cabo.






Senecio angulatus






Las hiedras del cabo, en efecto, han venido del cabo, sí; pero no de uno de nuestros cabos, sino de El Cabo de Buena Esperanza, en la punta sur de África. No he llegado a saber si vinieron en plan turístico o si llegaron en pateras; pero es el caso que han venido para quedarse, al parecer y de momento, en las afueras.








Senecio angulatus






Y así es cómo las afueras de San Sebastián, cuya buena presencia no entra en las urgencias municipales, cuentan hoy día con el estimable adorno de estas flores extranjeras. 
Una vez más, son los de fuera quienes cubren las carencias que descuidamos los de casa: no solo no restan, sino que suman color y esplendor.  










Cálido colorido a cargo de plantas llegadas al invierno donostiarra

Senecio angulatus