Saúcos marginales al borde
del parque Ametzagaina
Sambucus ebulus |
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Esta tarde tenemos viento sur y hace días que no ando por los senderos umbríos del parque Ametzagaina. Se me ocurre que es un buen pretexto para hacer una visita al regato fresco y selvático que corre al oeste del
parque. Resulta un refugio próximo, oculto y solitario, alejado del calor de las playas y de la barahúnda
de los visitantes.
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No se puede decir que haya
llegado la canícula, pero el verano se hace notar.
Aparcado en el
camino, un joven dormita en un utilitario. Yo, a lo mío; que aún hay variedad
de plantas en flor: corregüelas, pulicarias, hierbas de los pordioseros…
-¡No, por dios! El amodorrado
en el coche no parece que se dedique a pedir por dios.
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No le molesta el tráfago
de la variante; sí, le resultará una cantinela adormecedora.
Un poco más
adelante me detengo junto a un seto a observar las umbelas de los saúcos, abiertas
como sombrillas de la Belle Epoque.
Se extinguió la moda de los quitasoles
blancos de aquellos celebrados años y por aquí aún no la han restaurado los turistas orientales.
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Vuelvo a los saúcos, que,
vistos así de paso, no llaman especialmente la atención. Piensa uno, que son
otra más de las plantas malolientes que adornan las lindes.
Pero, no. ¿Qué tal
si me detengo para apreciar la delicadeza de sus pétalos, no menor por
repetida, o el destello de sus estambres?
Me guardo unas cuantas fotos.
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- ¡Eh! Pero, ¿qué es esto?
Militar gunea Ez pasatu
Zona militar No pasar
Doble cartel sobre una
valla recién puesta. No cierra del todo el paso.
Debe de ser solo para vehículos,
porque la advertencia de siempre estaba más abajo.
En efecto; sigo adelante hasta
entrar por el sendero que me lleva al regato. ¡Ja!
Lejos
de la indiferencia de la lejanía, la deferencia de la proximidad
Sambucus ebulus |
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