Traducción

miércoles, 29 de abril de 2020

ALLIUM NEAPOLITANUM


Vegetación exuberante a rebufo de la pandemia COVID-19
     
Allium neapolitanum
Allium neapolitanum





Llevo seis semanas de confinamiento. Durante este tiempo, he encontrado en ir a comprar y depositar la basura el medio tolerado para salir de casa, bajar y subir escaleras, dar vuelta por varias manzanas, mirar más lejos y tomar el aire y el sol. Me atengo a la conocida norma de que, hecha la ley, hecha la trampa.





Allium neapolitanum







En mi calle no ha habido desmanes por aglomeración de paseantes con perro. 
Ante el super de la casa de al lado, se suelen alinear varias personas, bien separadas, a la espera de que otra salga. Parecen distraídos, pero aguardan ojo avizor; nadie se pasa de listo. Algunas protegen su cara. 
Miro desde la ventana y espero a que no haya cola, aunque con frecuencia prefiero ir a otros super más alejados, por andar algo. 





Allium neapolitanum





En estas salidas he visto que los alcorques rebosan de plantas floridas, las habituales, mayormente. 
Los empleados municipales deben de estar ocupados en otros menesteres más urgentes, como para ocuparse de privarnos de la vegetación silvestre. 
Veo descollar en estos jardines naturales flores de colza; me asombran cuánto habrán viajado para venir a asentarse en esta avenida.






Allium neapolitanum





Así mismo, me he encontrado con estas flores blancas, reunidas en umbela, que he supuesto eran de alguna especie de ajo (allium). Aprovechando las salidas, les he sacado fotos con el móvil, no me atrevo a venir con cámara. Uno se ocupa de tareas inexcusables; si bien, entre tanto, se deja sorprender por esta espléndida planta florida, venida de Nápoles, según vuelo de mi fantasía.







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De mañanita, las corolas aún están cerradas. Después de mediodía, me dejan ver sus pétalos  abiertos. 
Se acerca alguien y hay que guardar las apariencias ante los escasos transeúntes que pasan apresurados. Tengo que dar la impresión de usar el teléfono, no vayan a comentar, a quien sabe uno quien, que me salto el confinamiento.
¡Calla, que estoy oyendo el ruuuum ruuuum amenazante de las segadoras municipales! 
Se avecina la temida y fatídica sarracina.






El sábado saldré a pasear sin cuidado; se acabarán las saliditas encubiertas 

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