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domingo, 13 de diciembre de 2020

ARCTIUM MINUS

 

Arctium minus       Amanua     Bardana

AL ABRIGO DE URGULL, UNA EXPOSICIÓN Y OTRA PLANTA DONOSTIARRA

San Sebastián, año 1560

Al abrigo del monte Urgull está asentada San Sebastián, Donostia según el vulgo, denominación recogida por Georg Braun en su atlas Civitates Orbis Terrarum, en uno de los 480 grabados de ciudades del mundo. La estampa más antigua de San Sebastián fue dibujada en 1560 por Joris Hoefnagel e impresa en 1572 por Franz Hogenberg en Colonia. Hemos podido ver la evolución del aspecto de Donostia en la exposición de grabados históricos que se muestra estos días en el Museo Municipal, sito en el antiguo convento dominico de San Telmo, al pie del monte. 

Arctium minus       Amanua     Bardana

Se reprodujo este grabado durante más de doscientos años: Una mota aislada y escarpada, coronada por un castillo, recorridas sus laderas por murallas, orlada su base por edificios religiosos y civiles y separada de la costa por arenales. Sin embargo, este promontorio con aspecto desolado y muy escasa vegetación, poco tiene que ver con la estampa actual, en la que prevalece el arbolado y hasta las paredes del castillo son propicias para la presencia de una prolífica vegetación. 

Arctium minus       Amanua     Bardana

Bajo la profusa vegetación arbórea de encinas, pinos, hayas, arces, plátanos, tejos, laureles hay, no tanto ahora, pero sí en verano, hay una abigarrada vegetación de sotobosque. Antes de penetrar en el recinto amurallado tenemos que franquear la Puerta del Baluarte, ante la que se desarrollan estas espléndidas bardanas. El tamaño de más de un metro de altura, así como la amplitud de sus hojas, llama la atención de quienes nos acercamos al pretil del que sobresalen y que nos impide rodar por la inhóspita pendiente de siglos pasados.

Arctium minus       Amanua     Bardana

Hoy, con tiempo ventoso y lluvioso, finalizando el otoño, he vuelto a subir, por la escalinata aneja a San Telmo, hasta alcanzar el camino transversal que ya figuraba en los grabados. He tomado fotos de hayas jóvenes que aún conservan parte de sus hojas amarillas. Me he acercado por el empedrado hasta la zona de las bardanas, pero no queda rastro de ellas. ¿Volverán a florecer la próxima temporada con sus brácteas ganchudas?

Arctium minus       Amanua     Bardana

La respuesta la tendré en verano, quizá, puesto que son plantas bianuales. Espero, pues, que nuevamente cubra esa parte de la ladera y no tenga que recordar la desnudez que presentan los grabados. Aún con todo,  y sin especular con la agudeza visual de Joris, el minucioso dibujante, ¿por qué no suponer que ya hace varios siglos se quedaban prendidas de los capotes militares o en las crines de las caballerías? Si bien, puedo suponer, también, que llegaron enredadas en las prendas de lana de los suministradores que accedían a las murallas después de sortear las marismas en épocas posteriores. 

Arctium minus       Amanua     Bardana

San Sebastián, un amurallado emplazamiento militar, hoy cubierto de vegetación y de turistas

Arctium minus       Amanua     Bardana

sábado, 7 de noviembre de 2020

SILENE DIOICA

Silene dioica

Un recorrido costero por Igeldo, en un día soleado, con flores fuera de época

Silene dioica

Este jueves tendremos una ventana de tiempo soleado. Estamos limitados en los desplazamientos al término de San Sebastián y a los pueblos anejos. Me propone Gurutz llegar al Kukuarriserá una buena opción para pasar el día respirando el aire de la costa de Igeldo. Recorreremos, pues, la ruta GR 121 que se aproxima al litoral hasta avistar Orio. Son las nueve cuando nos ponemos en marcha desde la playa de Ondarreta de Donostia.

Silene dioica

Ya separados del Camino de Santiago, a la altura de Tximistarri y al borde del camino, nos sorprenden estas silenes, del mismo género que las collejas, garikotak, con cáliz más estrecho y pétalos hendidos de color lila rosado. Al volver, nos esperará otro conjunto similar junto al camino, en una cota superior. 
Verlas floridas en noviembre, a varios meses de su época habitual de floración, merece un primer alto en la marcha.

El Cantábrico desde la ladera norte del monte Igeldo y la luna hacia el oeste

La toponimia costera es detallada: Lumandaka arlastra, Bankusarku zuloa, Senotxiki, Biosalbi, Lazkako muturra, Galeseno, Iazkorri, Artxabaleta, Ergain, Maiazpi, Antxo, Agiti, Artia senota, Zakarro… en cinco kilómetros de costa desde Igeldo. La navegación marina necesitaba referencias visuales correctamente nominadas. En el último punto decidimos ajustarnos a la ruta para acercarnos al caserío Egiluze. El sendero está desdibujado e invadido de argomas, oteak, que nos acribillan con sus puas. El gps nos marca el punto de referencia para saltar la regata Iraguen, esta vez sin despistarnos.

Silene dioica

Estas silenes, según el nombre específico, son plantas dioicas. Por la urgencia de la marcha, es un detalle que rara vez percibo hasta revisar las fotos. Unas flores solo tienen estambres con polen y otras, por el contrario, solo pistilo fértil. Todas las flores tienen una apariencia similar pero, en unas, los cinco estigmas del pistilo destacan entre los pétalos y, en las otras, solo se aprecia una corona de dientecillos en el borde del tubo de los pétalos. Al parecer, la evolución optó por esta forma de reproducción dioica, de géneros separados, en la mayoría de formas animales.

Silene dioica

Llegados al Kukuarri, tenemos Orio a los pies y enfrente el Ratón de Getaria. Es el momento para otro descanso y un nuevo refrigerio, contemplando el panorama costero sentados sobre areniscas en el prado próximo a la cruz de cemento, erigida hace medio siglo por una sociedad montañera. 
La vuelta, siguiendo el Camino de Santiago a la inversa. Si antes vimos madreselvas y ajos de brezo, ahora pasamos bajo castaños y robles pirenaicos. En casa, para las cinco, con el sol ya cayendo.

Silene dioica

¡Qué cerca de Donosti y qué lejanos parecen estos senderos olvidados del monte de Igeldo! 

Silene dioica

martes, 19 de mayo de 2020

MYOSOTIS MARTINI


Nomeolvides, y dígamelo con flores
   
Myosotis martini     Nomeolvides
Myosotis martini     Nomeolvides




Pasado el necesario y obligado recogimiento domiciliario, el paseo por los caminos de Ulía es una salida cómoda para tomar sol, sentir la brisa, mirar al horizonte, oír el jolgorio pajarero y saludar a otros transeúntes. Esto que no hacemos en las calles, en Ulía es lo habitual; la forma natural de cruzarnos por estos caminos.




Myosotis martini     Nomeolvides









Pasada la fuente de la Cutraia, una familia trata de sortear los charcos pisando en las piedras. El padre lleva al menor al pecho en una mochila portabebés y la madre trata de que los otros dos no se metan en los charcos.
- No bajéis por ahí. Seguid por aquí
- Dejad sitio, que pase el señor.
- ¡Hola! ¡Gracias!





Myosotis martini     Nomeolvides








Una curva más adelante distingo lo que pudo ser un sendero, oculto entre la vegetación, y que ahora parece más bien el desaguadero de un regato. Me supongo que esa puerta vegetal ha podido evitar que esa trocha haya sido frecuentada últimamente y me propongo ver qué se esconde en este paraje que hasta hoy me había pasado desapercibido. ¡Hurra!



Myosotis martini     Nomeolvides









Ha sido encontrarme entre laureles y helechos con un espacio de vegetación inexplorada, que deseo no se acabe hasta dar con algún otro sendero transversal. 
En esta espesura exuberante, de múltiples tonos verdes, ¡no me lo puedo creer!, se esconden, no un tesoro, si no dos: una olla a presión de acero inoxidable semienterrada y un parasol reflectante, enrollado y encajado entre las tres patas de un gran laurel.





Myosotis martini     Nomeolvides





Junto a una de las charcas, protegidas por el Decreto 357/2013 y una valla, me encuentro con uno de los tesoros de verdad: estas nomeolvides, florecidas a ambos lados de otro senderito ascendente. 
Son la flor de la raspilla, plantita boraginácea, de suaves pelos transparentes, bien diferentes de los pelos ásperos de las apetitosas borrajas comestibles y de otras plantas de esa familia vegetal. 







Paseos con sorpresas variadas en período de desescalada
    
Myosotis martini     Nomeolvides

miércoles, 29 de abril de 2020

ALLIUM NEAPOLITANUM


Vegetación exuberante a rebufo de la pandemia COVID-19
     
Allium neapolitanum
Allium neapolitanum





Llevo seis semanas de confinamiento. Durante este tiempo, he encontrado en ir a comprar y depositar la basura el medio tolerado para salir de casa, bajar y subir escaleras, dar vuelta por varias manzanas, mirar más lejos y tomar el aire y el sol. Me atengo a la conocida norma de que, hecha la ley, hecha la trampa.





Allium neapolitanum







En mi calle no ha habido desmanes por aglomeración de paseantes con perro. 
Ante el super de la casa de al lado, se suelen alinear varias personas, bien separadas, a la espera de que otra salga. Parecen distraídos, pero aguardan ojo avizor; nadie se pasa de listo. Algunas protegen su cara. 
Miro desde la ventana y espero a que no haya cola, aunque con frecuencia prefiero ir a otros super más alejados, por andar algo. 





Allium neapolitanum





En estas salidas he visto que los alcorques rebosan de plantas floridas, las habituales, mayormente. 
Los empleados municipales deben de estar ocupados en otros menesteres más urgentes, como para ocuparse de privarnos de la vegetación silvestre. 
Veo descollar en estos jardines naturales flores de colza; me asombran cuánto habrán viajado para venir a asentarse en esta avenida.






Allium neapolitanum





Así mismo, me he encontrado con estas flores blancas, reunidas en umbela, que he supuesto eran de alguna especie de ajo (allium). Aprovechando las salidas, les he sacado fotos con el móvil, no me atrevo a venir con cámara. Uno se ocupa de tareas inexcusables; si bien, entre tanto, se deja sorprender por esta espléndida planta florida, venida de Nápoles, según vuelo de mi fantasía.







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De mañanita, las corolas aún están cerradas. Después de mediodía, me dejan ver sus pétalos  abiertos. 
Se acerca alguien y hay que guardar las apariencias ante los escasos transeúntes que pasan apresurados. Tengo que dar la impresión de usar el teléfono, no vayan a comentar, a quien sabe uno quien, que me salto el confinamiento.
¡Calla, que estoy oyendo el ruuuum ruuuum amenazante de las segadoras municipales! 
Se avecina la temida y fatídica sarracina.






El sábado saldré a pasear sin cuidado; se acabarán las saliditas encubiertas 

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