Traducción

jueves, 19 de abril de 2018

VERONICA CHAMAEDRYS

En los parques silvestres de las afueras, verónicas 
   
Veronica chamaedrys
Veronica chamaedrys





Las aventuras por las selvas asiáticas de Emilio Salgari se han perfilado en mi imaginación con paisajes frondosos como los que aún hoy día se conservan en algunas zonas del Parque Amegtzagaina. Como Salgari, quien no salió de Italia, debe de ser lo más parecido a una selva que yo mismo haya visto. ¡Y está aquí mismo!




Parque Ametzagaina











Antes de adentrarme en ese boscaje agreste, suelo pasar por el Camino Otxoki, donde florece esta especie de verónicas. Las veo por las orillas de la pista que va Loioala, tapizando el suelo (chamaedrys en griego), sin que las zarzas que las acompañan les impidan lucir su intenso color azulado.








Veronica chamaedrys








Estas verónicas salen en espigas que se alargan y dan la sensación de buscar la mejor pose para lucir sus cuatro pétalos, dos estambres y el pistilo. Claro que este esfuerzo, solo lo reconocemos quienes paseamos con tranquilidad estas tardes soleadas de Abril y no precisamente junto a los jardines de Alderdi-eder.







Veronica chamaedrys








En vez de la similitud de las plantas jardineras, por Ametzagaina disfrutamos aún de gran variedad de flores, que no se cuidan de respetar la linealidad ni la monotonía de especies y tamaños de otros jardines de renombre. 
Y es que saltas de un asombro al otro con solo dar dos pasos.









Veronica chamaedrys







Lejos de barullo turístico del centro o del ajetreo de Amara, que desde aquí se ven, estas verónicas ponen su nota de color junto a geranios, arces, vezas, euforbias, laureles, achicorias, palomillas y tantas otras plantas que crecen libres del control municipal. 









¡Y que por muchos años la guadaña nos las deje crecer en paz!

Veronica chamaedrys

domingo, 8 de abril de 2018

NARCISSUS BULBOCODIUM

El encanto sin narcisismo de los narcisos
    
Narcissus bulbocodium
Narcissus bulbocodium








Otros años a primeros de marzo, los herbazales de Urgull se poblaban de narcisos. Bajo los pinos florecían amplios grupos de esta especie, caracterizada por su amplio embudo amarillo festoneado que guarda unos estambres arqueados y similares en longitud. Otros puntos ya estaban cubiertos de prímulas.



Narcissus bulbocodium

















Este año, sin embargo, sólo pude ver algunos narcisos sueltos en Ulia y bien avanzado marzo. Había pasado cerca del molino y me pareció que bajando con cuidado por una ladera herbosa llegaría a algún sendero que conectase con el camino del faro. 
Acerté al encontrar los primeros, ya visitados por alguna arañita.




Narcissus bulbocodium













Justamente, bajando por esa ladera estaba el primer par de narcisos bulbosos (bulbocodiun) de la temporada. 
Ahora, ya bien entrado abril, he encontrado otros ejemplares tanto en Ulia como en el Jaizkibel. Sin embargo sigo sin verlos por Urgull, donde ya ha estallado la floración de prímulas, violetas, escilas, apios silvestres y hasta gamones.



Narcissus bulbocodium










Recordaré este año por haber disfrutado de un invierno típico, con los habituales con fríos, lluvias, nieves y vientos. 
Ya en abril, con el viento sur preponderante, tenemos días templados y chaparrones, que animan al florecimiento de las plantas, creo que con cierto retraso respecto a años precedentes. 


Narcissus bulbocodium












También he de recordar que según el naturalista romano Plinio, los narcisos deben su nombre no al joven narciso ahogado por mirarse en el agua, sino al poder narcotizante de la fragancia de este género de plantas. 
Sin embargo, esta especie de los alrededores no posee fragancia perceptible; aunque ¿cómo negarles el embriagador encanto de su estampa?







Refranero trucado: Abril, aguas mil, y narcisos más de mil

Narcissus bulbocodium

sábado, 24 de marzo de 2018

MYOSOTIS ARVENSIS


Labores jardineras con desprecio por lo gratuito
    
Myosotis arvensis  -  Nomeolvides
Myosotis arvensis  -  Nomeolvides







-¡Desdichados!
-¡Me las habéis quitado!
-¡Nos las habéis quitado!
-¡Me las habéis segado!
-¡Nos las habéis segado!
-¡Miserables!














Myosotis arvensis  -  Nomeolvides





-¿Qué mal os hacían?
-¿A quién molestaban?
-¿Qué espacio afeaban?
-¡Ya pudisteis, sí, eliminarlas!
-Arrancasteis de nuestros ojos la maravilla natural de estas flores
-¡Y dejasteis intactas, zarzas, latas oxidadas y bolsas de plástico!




Myosotis arvensis  -  Nomeolvides














Cuando ayer pasé por el túnel de Garro para ver de nuevo las nomeolvides, no pude admirarlas, 
ya no estaban. 
Y no sólo habían desaparecido las nomeolvides, tampoco estaban las celidonias, las zurrones de pastor, las palomillas, las verónicas, las violetas: 
una absoluta catástrofe. 
¡Malditos!










Myosotis arvensis  -  Nomeolvides










Me encontré con que, el ribazo florido quince días antes, había sido arrasado, segado sin miramiento ni necesidad. 
Un ribazo que no son sino cuatro palmos de tierra, bajo un talud arbolado, silvestre y enmarañado. 
Un jardín gratuito para deleite de los transeúntes del paseo  por la antigua vía del tranvía.











Myosotis arvensis  -  Nomeolvides







Vuestras pequeñas flores, nomeolvides, quedan aquí para no olvidaros, 
en imágenes para el recuerdo. 
Espero y deseo que hayáis tenido tiempo de esparcir semillas, que hayan podido esconderse entre el ramaje.
¡Que las basuras, que no han retirado, no os amarguen el crecimiento la próxima temporada!








Siegas desdeñosas de los pequeños espacios silvestres florecidos

Myosotis arvensis  -  Nomeolvides

domingo, 11 de marzo de 2018

CHELIDONIUM MAJUS

  A la puerta de casa, antes que en descampado  

Chelidonium majus  -  Celinonia
Chelidonium majus  -  Celinonia





Las celidonias, para entendernos, son tan de ciudad como los gatos o las palomas de Urgull. Silvestres sí, pero prefieren vivir cerca de la naturaleza humanizada; como que se acogieran al calor doméstico de nuestras paredes.




Chelidonium majus  -  Celinonia










Y con esta querencia, en estas fechas ahí las tenemos ya floridas, al pie de las tapias que limitan la calle Zemoria. 
Los senderistas, que bajan de Ulia, se detienen a mirar y dar de merendar a las ovejas y a los burros de las fincas anexas, sin reparan en las celidonias de sus pies.



Chelidonium majus  -  Celinonia












Les resulta chocante a niños y mayores ver un zoo doméstico entrando a la señorial y exquisita Donosti, así que las celidonias no llaman su atención. Se entiende: esperan ver flores más vistosas en este distinguido municipio de cuidadas playas y jardines. 




Chelidonium majus  -  Celinonia










He oído que la celidonia, en euskera, ahora se llama iodo-belarra y  se olvidan los más castizos ainhara-belarra y zaran-belarra. Lo de iodo-belarra quizá se deba al parecido con el color comercial de la tintura de iodo, no con el color del iodo mismo: violeta, pero dicho en griego.










Chelidonium majus  -  Celinonia





Este color anaranjado de los pétalos es también el de la savia, en la que no se ha encontrado ni rastro de iodo entre sus muchos componentes. Pero no por ello es menos tóxica; como que se emplea con éxito en eliminar verrugas, por el efecto cáustico de alguno de los venenosos alcaloides que destila.








Flores y plantas urbanitas que no necesitan jardineros

Chelidonium majus  -  Celinonia

martes, 27 de febrero de 2018

VIOLA ODORATA


Junto a la acera, desapercibidas violetas silvestres olorosas

Viola odorata

Viola odorata







¡Por fin! Por fin he encontrado la violeta olorosa de hojas redondeadas. Y ha tenido que ser en un talud de la calle Sibilia de Donosti, sobre Egia. Después de ver tantas violetas olorosas de hojas puntiagudas por las orillas del Irati, ha tenido que ser en un costado del parque Matigoxotegi donde he percibido, ahora sí, la fragancia de esta escasa especie de violetas.





Viola odorata












Pasan por la acera dos señoras que me miran de reojo.  ̶  Y con esa cámara, ¿qué estará mirando?
Sube otro jubilata con su bastón y se detiene.  ̶ ¿Son hierbas para el reuma?
Ahora se acercan tres chavales con sus bolsas de deporte. Siguen. Van al campo de futbol de al lado.
Estas violetas, ¡claro!, no tienen la vistosidad de las violetas-pensamiento, que los jardineros municipales plantan en los parterres.


Viola odorata












Y ciertamente, solo acercándose a ellas se percibe su penetrante fragancia. 
La circulación de vehículos hace difícil que, al pasar, chicos o mayores lo noten. 
Tendrán que abrir algún frasco de perfume SSirimiri, la esencia de San Sebastián según creación de Benegas, para disfrutar todo el año la fragancia de las violetas.






Viola odorata














Desde este talud tengo en frente la larga tapia del cementerio y, con el olor de estas violetas, me figuro que algo así debe de ser el llamado olor de santidad. Seguramente hay mucha santidad sepultada tras ese muro: muchos trabajos, mucho amor, muchas lágrimas. Y sí, sí; ahí cerquita, reposa la santa laica Clara Campoamor, en el panteón de la familia catalana Mosó Riu, afincada en San Sebastián, y de la que Clara era la madrina.







Viola odorata











Clara Campoamor, a mi entender la persona más ilustre de este camposanto, mantiene la frescura de la fragancia, que se percibe aún, de su ímprobo trabajo por desarrollar los derechos de las mujeres: el sufragio universal, la igualdad jurídica de hijas e hijos. Su escrito, El derecho femenino y yo, quedará para la historia del empeño de esta gran mujer por hacer cambiar las leyes de un Congreso republicano mayoritariamente masculino.











De la delicadeza de los perfumes a la firmeza del esfuerzo igualitario, dicho con violetas

 
Viola odorata