Traducción

domingo, 11 de marzo de 2018

CHELIDONIUM MAJUS

  A la puerta de casa, antes que en descampado  

Chelidonium majus  -  Celinonia
Chelidonium majus  -  Celinonia





Las celidonias, para entendernos, son tan de ciudad como los gatos o las palomas de Urgull. Silvestres sí, pero prefieren vivir cerca de la naturaleza humanizada; como que se acogieran al calor doméstico de nuestras paredes.




Chelidonium majus  -  Celinonia










Y con esta querencia, en estas fechas ahí las tenemos ya floridas, al pie de las tapias que limitan la calle Zemoria. 
Los senderistas, que bajan de Ulia, se detienen a mirar y dar de merendar a las ovejas y a los burros de las fincas anexas, sin reparan en las celidonias de sus pies.



Chelidonium majus  -  Celinonia












Les resulta chocante a niños y mayores ver un zoo doméstico entrando a la señorial y exquisita Donosti, así que las celidonias no llaman su atención. Se entiende: esperan ver flores más vistosas en este distinguido municipio de cuidadas playas y jardines. 




Chelidonium majus  -  Celinonia










He oído que la celidonia, en euskera, ahora se llama iodo-belarra y  se olvidan los más castizos ainhara-belarra y zaran-belarra. Lo de iodo-belarra quizá se deba al parecido con el color comercial de la tintura de iodo, no con el color del iodo mismo: violeta, pero dicho en griego.










Chelidonium majus  -  Celinonia





Este color anaranjado de los pétalos es también el de la savia, en la que no se ha encontrado ni rastro de iodo entre sus muchos componentes. Pero no por ello es menos tóxica; como que se emplea con éxito en eliminar verrugas, por el efecto cáustico de alguno de los venenosos alcaloides que destila.








Flores y plantas urbanitas que no necesitan jardineros

Chelidonium majus  -  Celinonia

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