Traducción

martes, 5 de septiembre de 2017

GALINSOGA CILIATA

Descuidadas al pie de las catalpas
    
Galinsoga ciliata  alrededor de una catalpa
      
Galinsoga ciliata 






En la parada del hospital, montamos en el autobús 17 para bajarnos ante el número 30 de la Avenida de Navarra. 
Al acercarnos, pulso el luminoso y le hago seña al chófer cuando mira por el retrovisor interior. Nos saca la rampa, para que podamos bajar con la silla de ruedas, que justamente salva el alcorque que rodea el tronco rugoso de una catalpa.


Galinsoga ciliata 










Desciendo despacito del autobús, cuidando de no irme hacia el árbol. Saludo con un gesto al chofer y al mirar al suelo es cuando veo que ha brotado y florecido, en ese reducido espacio de tierra del que se eleva la catalpa, una pequeña planta verde, una galinsoga










Galinsoga ciliata





Las galinsogas migraron como otras, 
y hoy día otros, desde más allá del Atlántico. 
No quitan terreno, no, a las autóctonas, no invaden sus espacios. Se limitan a grietas y sitios yermos donde nadie quisiera estar, como son los alcorques de la Avenida de Navarra o de la calle Miracruz.
Galinsoga ciliata





Muchos de estos alcorques no son sino unos palmos de tierra apelmazados al borde de las aceras y adornados con desechos desagradables. 
¿Quién quisiera sobrevivir entre cáscaras, colillas, chicles o excrementos y orines perrunos?
Galinsoga ciliata












Pues ahí tenemos a las galinsogas, escardadas de los jardines elegantes, 
pero haciendo el trabajo sucio de ocultarnos nuestras excrescencias y poniendo puntos de color al pie de una parada de autobús sin que haya quien se detenga a contemplarlas.








     
De tan lejos y… tan cerca; sin apenas reparar en ellas.
    
Galinsoga ciliata

No hay comentarios:

Publicar un comentario