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sábado, 7 de noviembre de 2020

SILENE DIOICA

Silene dioica

Un recorrido costero por Igeldo, en un día soleado, con flores fuera de época

Silene dioica

Este jueves tendremos una ventana de tiempo soleado. Estamos limitados en los desplazamientos al término de San Sebastián y a los pueblos anejos. Me propone Gurutz llegar al Kukuarriserá una buena opción para pasar el día respirando el aire de la costa de Igeldo. Recorreremos, pues, la ruta GR 121 que se aproxima al litoral hasta avistar Orio. Son las nueve cuando nos ponemos en marcha desde la playa de Ondarreta de Donostia.

Silene dioica

Ya separados del Camino de Santiago, a la altura de Tximistarri y al borde del camino, nos sorprenden estas silenes, del mismo género que las collejas, garikotak, con cáliz más estrecho y pétalos hendidos de color lila rosado. Al volver, nos esperará otro conjunto similar junto al camino, en una cota superior. 
Verlas floridas en noviembre, a varios meses de su época habitual de floración, merece un primer alto en la marcha.

El Cantábrico desde la ladera norte del monte Igeldo y la luna hacia el oeste

La toponimia costera es detallada: Lumandaka arlastra, Bankusarku zuloa, Senotxiki, Biosalbi, Lazkako muturra, Galeseno, Iazkorri, Artxabaleta, Ergain, Maiazpi, Antxo, Agiti, Artia senota, Zakarro… en cinco kilómetros de costa desde Igeldo. La navegación marina necesitaba referencias visuales correctamente nominadas. En el último punto decidimos ajustarnos a la ruta para acercarnos al caserío Egiluze. El sendero está desdibujado e invadido de argomas, oteak, que nos acribillan con sus puas. El gps nos marca el punto de referencia para saltar la regata Iraguen, esta vez sin despistarnos.

Silene dioica

Estas silenes, según el nombre específico, son plantas dioicas. Por la urgencia de la marcha, es un detalle que rara vez percibo hasta revisar las fotos. Unas flores solo tienen estambres con polen y otras, por el contrario, solo pistilo fértil. Todas las flores tienen una apariencia similar pero, en unas, los cinco estigmas del pistilo destacan entre los pétalos y, en las otras, solo se aprecia una corona de dientecillos en el borde del tubo de los pétalos. Al parecer, la evolución optó por esta forma de reproducción dioica, de géneros separados, en la mayoría de formas animales.

Silene dioica

Llegados al Kukuarri, tenemos Orio a los pies y enfrente el Ratón de Getaria. Es el momento para otro descanso y un nuevo refrigerio, contemplando el panorama costero sentados sobre areniscas en el prado próximo a la cruz de cemento, erigida hace medio siglo por una sociedad montañera. 
La vuelta, siguiendo el Camino de Santiago a la inversa. Si antes vimos madreselvas y ajos de brezo, ahora pasamos bajo castaños y robles pirenaicos. En casa, para las cinco, con el sol ya cayendo.

Silene dioica

¡Qué cerca de Donosti y qué lejanos parecen estos senderos olvidados del monte de Igeldo! 

Silene dioica

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