Los jardines colgantes murales
Cymbalaria muralis
Cymbalaria muralis |
Los
jardines de Donostia están ahora en standbay.
Los jardineros tienen labrados los parterres y han dejado como adorno tormos irregulares.
No quedan ¡ay! ni "malas hierbas".
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Es
esta época, pues, la flora espontánea, refugiada en las paredes de una ciudad
recostada contra laderas contenidas por muros de piedra, no tiene competencia.
Es
la oportunidad del lucimiento, entre otras, de las cimbalarias, murruntzak.
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Frente al portal 27 de la calle Miracruz está la marquesina
de la parada de autobuses, que oculta parte del muro del ferrocarril. Mirando
llegar los buses, -¿no será ese?, no está uno para fijarse en el muro de piedra
a sus espaldas, inadvertido jardín colgante de cimbalarias.
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Otra cosa es subir las incontables escaleras hacia el
Paseo de Ulia. Al tomar un respiro, te
detienes a observar cualquiera de los múltiples ramitos cimbalarias de la tapia
aneja. Y ahí recuerdas que de niño, oprimiéndolas, te parecían perritos que
gañían.
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Más descansado será pasear por caminos de Urgull.
Las aún numerosas construcciones del recinto del castillo son un buen asiento húmedo
para que broten todo el año estos ramitos de cimbalarias, címbalos silenciosos con
imaginativas formas caninas.
Las
tapias y muros han resultado ser unos floridos maceteros colgantes para tiempo
fríos
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