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domingo, 24 de julio de 2022

STACHYS OFFICINALIS

Stachys officinalis     Betónica

Paseo por dos parques naturales de Donostia

Stachys officinalis     Betónica 
La tarde soleada de julio, con una ligera brisa y temperatura primaveral, invita a pasear por el parque Ametzagaina. Va a ser la ocasión para volver a visitar lo que fue el antiguo reformatorio juvenil, reconvertido en otro punto hostelero de referencia en Donosti. El parking está ocupado por muchos vehículos; se oyen risas y conversaciones. Son más de las seis y la terraza está animada: la sobremesa se prolonga.
 
Stachys officinalis     Betónica 
  
En el extremo del aparcamiento, casi oculto por un autobús, encuentro un sendero de gravilla, que conduce a uno de los caminos. Al acercarme a la charca vallada no han saltado ranas. Me cruzo con una señora acompañada de dos galgos. Se aparta al borde del camino; todavía el covid hace de las suyas.
    
Stachys officinalis     Betónica
   
Junto a una curva, hay un amplio plantel de betónicas, que merecen un alto para contemplarlas. Las betónicas eran consideradas plantas medicinales en la época esplendorosa de Roma. Musa, médico de Augusto, suponía que curaba cuarenta enfermedades. Vamos, que ni el bálsamo de fierabrás. Suben apresurados dos chavales, que ni las miran. Un respeto, por favor, a la ciencia.

Stachys officinalis     Betónica
 Salgo del parque y voy hacia Lau Haizeta por el camino de Marrus. No pueden faltar los niños que dan pan a los cabritos de la finca siguiente al caserío Illarregi. Los esquivo y llego al merendero de “Cuatro Vientos”. Fue una de los puntos donde acudir las tardes de los domingos con la merienda; hace ya tantos años…
   
Stachys officinalis     Betónica
Entro en el parque para disfrutar de las sombras de robles, acacias… y del silencio, una vez que me alejo de la zona de juegos infantiles. Dos pasarelas de madera salvan dos barrancos con algo de agua. Hoy no he llegado a ver trepar a ninguna ardilla por los árboles. En la parte baja, cerca de Larratxo, ya se percibe el ruido de la autopista y salgo de los recuerdos a la vida de hoy.

Stachys officinalis     Betónica
El encanto de los recuerdos, la flora silvestre, los otros paseantes y de un paseo a mi aire.
   
Parke  Lau Haizeta

domingo, 27 de marzo de 2022

VIOLA RIVINIANA

Viola riviniana
  
Un paseo para ver el despertar de la vegetación


Viola riviniana
Esta tarde, me digo, subiré a Ulia por el Camino Zemoria, a ver si noto la llegada de la primavera. Al acercarme veo que una señora se empina junto al muro para meter pan, supongo que seco, bajo la alambrada de la finca por la que se mueven media docena de cabritillas. En esto no se nota el cambio de estación, en cualquier momento hay quien no sabe qué hacer con el pan duro. Tampoco, con ver las celidonias floridas, que lo están hasta en enero. 

Viola riviniana
Otra cosa son los extensos grupos de violetas floridas en el ribazo junto a las escaleras de subida: buen signo de que ha sonado el despertador de la primavera. 
Me pasan tres jóvenes, que también se habían detenido a observar las cabritillas, comentando vete a saber qué en inglés. No parece que les interesen las violetas. Tampoco, al que fuma apoyado en la barandilla con ropa de albañil. 
Agur y agur, nos decimos.

Viola riviniana
Empieza a chispear. Serán dos gotas, pienso. Hay variedad de plantas en flor: dientes de león, cerrajas, cuajaleches, apio de caballo, oreja de gato, fumarias, crepis, consueldas, cimbalarias. Los acantos, que florecerán dentro de un mes, ya han desplegado sus amplias y dentadas hojas brillantes. 

Viola riviniana
Al llegar al Paseo Arbola me detengo ante un nuevo cartel de Natura 2000: Ulia, espacio natural (para animales y plantas). Un mapa señala un doble itinerario para observar la variedad natural de este monte. Llega una pareja de adolescentes, que según la hora deberían estar en algún cole. Se paran a mirar el mapa; se sitúan en Pasajes en vez de en Gros. Les señalo la posición. No leen la información sobre los valores naturalísticos: ellos son lo natural.

Viola riviniana
El tiempo se ha puesto tristón. Se me acerca un chucho; quizá esté interesado en las fresas que estoy fotografiando. Su dueña le llama; como va por el otro lado del paseo, creo que no ha llegado a fijarse en las fresillas. Mejor; a ver si encuentro alguna dentro de un mes. Desde un mirador se distingue la casa incendiada esta mañana: aún humea. Me vuelvo por las escaleras hacia El Rodil. Tendré entretenimiento el resto de la tarde: nominar y encuadrar las fotos.

Viola riviniana
Lo vistoso y vital de la vegetación en los pétalos de las violetas

viola riviniana

martes, 17 de agosto de 2021

CALYSTEGIA SILVATICA

   
Calystegia silvatica       Ezkiluntza      Correhuela mayor
Esquilas blancas en el paseo por Urgull

Calystegia silvatica       Ezkiluntza      Correhuela mayor

Voy paseando hacia Puntas para subir desde ahí al Urgull y aspirar el aire de mar. Subiendo, tengo una vista amplia sobre la costa, que, un día más, tiene un brumoso color gris perla, detestado y encantador. 
Oigo el ininterrumpido romper de las olas contra los escarpes rocosos del ya viejo Paseo Nuevo. 

Escarpes del Paseo Nuevo
¡Cuidado! La serenidad del momento la rompe un lechuguino que baja en bici, como si bajara el Tourmalet a tumba abierta. No, al menos hoy la tumba no se la va a encontrar abierta: a esta hora de la tarde hasta las barracas de feria del paseo están cerradas y los munipas echan la siesta en sus casas.
Calystegia silvatica       Ezkiluntza      Correhuela mayor
En los taludes próximos al castillo, sobre los tallos de las Crepis amarillas, se retuercen las correhuelas, ezkiluntza: las esquilas blancas con grandes bractéolas verdes solapadas. Supongo que su tamaño habrá atraído la atención de alguno de los numerosos visitantes que deambulan por los alrededores. Aunque, más bien, creo que están atentos a la vista sobre la Concha y a los juegos de los niños: que el paisaje bien se merecen el esfuerzo del ascenso.
Calystegia silvatica       Ezkiluntza      Correhuela mayor
Para bajar, aprovecho todos los caminos que alargan el paseo. El arbolado ofrece momentos que a los paisajistas románticos les hubiera encantado contemplar y dibujar. Bajo una pérgola, tumbado de medio lado sobre un banco y con las piernas encogidas, duerme un transeúnte. Las esquilas blancas no perturban su placidez.
Paseo en Urgull
Más abajo, otro banco sirve de mesa a una pareja que juega a las cartas, sentados a horcajadas. La joven me ve venir y sigue a lo suyo con su parloteo. Su amigo se me queda mirando sorprendido cuando paso a su lado; habrá supuesto que este camino recóndito solo sería para ellos esta tarde. 
Ya cerca del paseo de los curas, el olor a sardinas asadas, que sube del puerto, rompe el encanto del paisaje color perla, del olor a mar y de las flores como esquilas.
Calystegia silvatica       Ezkiluntza      Correhuela mayor

El andar sosegado y solitario da tiempo al encanto de apreciar los encantos

Calystegia silvatica       Ezkiluntza      Correhuela mayor

miércoles, 24 de febrero de 2021

CERASTIUM GLOMERATUM

 

Cerastium glomeratum

Florecillas cornudas por los arriates de Donosti

Cerastium glomeratum
    Falta casi un mes para la primavera y nos vemos con unos días luminosos de viento sur. Escogemos el paseo por la orilla oeste del Urumea por suponer que nos cruzaremos con pocas personas. Acertamos.
Del Puente de La Zurriola, al de Santa Catalina, y seguimos.

Cerastium glomeratum
    Andando, andando, hemos pasado bajo los dos obeliscos del lado oeste del puente María Cristina y que soportan los grupos escultóricos ecuestres de Ángel García Díaz, lanzados a los cielos. Recientemente, han sido restaurados y dorados, imitando los caballos alados del puente Alejandro III de París. 
¡Lástima que Antonio Palacios diera a los obeliscos el aspecto nada airoso de un patoso gordinflón! 
   
Cerastium glomeratum

    Pasado el puente, nos fijamos en las gaviotas que se mecen sobre el Urumea. Miro al suelo, para evitar tropezarme con las losetas removidas por las raíces de los árboles del largo arriate que nos separa de la calzada. Así es como me fijo que sobre el arriate se están extendiendo plantas variadas, algunas ya florecidas. El ambiente soleado y templado de esta segunda mitad del invierno está favoreciendo la jardinería natural.

Cerastium glomeratum
    Aprovechando las calvas que las poas van dejando, porque las inmisericordes podas les impiden granar, van apareciendo plantitas de crecimiento rápido, como estas sagu-biarria. Plantitas con tallos enmarañados, flores aglomeras en cimas compactas y semillas contenidas en tubos rematados en dientes arqueados. Estos cuernecillos han dado lugar al nombre botánico Cerastium, cornudo, pero dicho a lo clásico para disimular.
Cerastium glomeratum
       Varios vecinos están empeñados en fomentar esta flora sobrevenida, abonando el arriate con los excrementos de sus perros. Están consiguiendo que este paseo sea el más generosamente abonado de Donosti. No estaría de más que el alcalde Eneko Goya solicitara la inclusión de San Sebastián en el Guinness World Records por disponer, o del más reducido espacio urbano con la mayor cantidad de deposiciones caninas, o del más amplio grupo de dueños guarros. 
Cerastium glomeratum

Un paseo a orillas del Urumea con adornos, no solo florales

Cerastium glomeratum

sábado, 30 de enero de 2021

RANUNCULUS FICARIA

Ranunculus ficaria   

 Ranúnculos, con raíces engrosadas como higos, ya floridos en los parques       

Ranunculus ficaria
 
Puede parecer que, con lluvias continuas y temperaturas suaves, estamos en marzo y no en enero. Ya hace días que las prímulas y las chiribitas puntean de amarillo y blanco los taludes del parque Cristina Enea. Aprovechando que escampa voy a remirar sus paseos y detenerme ante los ranúnculos que también se están abriendo.
    
Ranunculus ficaria
- ¡Quieto, Newton! ¡Ven aquí! 
El tal Newton es un chucho, interesado en ver qué ando haciendo fuera del camino mirando ranúnculos cámara en mano.
A la dueña, la supongo interesada por las ciencias físicas newtonianas, pero sin llegar a dominar las ciencias caninas.
- ¡Deja en paz al señor!
Sospecho que el chucho, que se empeña en acompañarme, se desentiende del parloteo de la dueña.

Cedrus libani

Dejo los ranúnculos y voy a visitar el cedro del Líbano, próximo a la rotonda de la cima. 
Es enorme y está vallado para impedir que se pise el suelo y sufran las raíces.
- Está malito -me indica compungido el bedel del centro de información del parque cuando me da un desplegable. 
Y me imagino a un gigante en cama, tapadito y con el termómetro en la boca.
   
Ranunculus ficaria
  
Por la pasarela Mikel Laboa, que salva el río, accedo a Riberas. 
Junto a la iglesia del barrio, obra de Rafael Moneo, hay un parquecito, no cubierto por plumeros, como lo están los descampados del barrio. 
En su entrada está el monumento a los masones perseguidos y represaliados durante la guerra y la dictadura, con el lema LIF: libertad, igualdad y fraternidad. 
Debe de ser, quizá, el único monumento dedicado a ellos en este reino.
   
Memoria de una luz. Obra de José Munuel Utande
 De vuelta, por el paseo del Urumea: coches, motores, semáforos, bicis, mascarillas y cinco puentes.
Los ranúnculos, está visto, no pretenden ocupar los alcorques; prefieren la humedad de la gándara del parque y aguantar el pisotón sólo ocasional de algún interesado en observar su plácido transcurrir al margen de pandemias humanas. 

Ranunculus ficaria
Ranúnculos tempraneros, ya extendidos para estímulo de paseantes

Ranunculus ficaria

domingo, 13 de diciembre de 2020

ARCTIUM MINUS

 

Arctium minus       Amanua     Bardana

AL ABRIGO DE URGULL, UNA EXPOSICIÓN Y OTRA PLANTA DONOSTIARRA

San Sebastián, año 1560

Al abrigo del monte Urgull está asentada San Sebastián, Donostia según el vulgo, denominación recogida por Georg Braun en su atlas Civitates Orbis Terrarum, en uno de los 480 grabados de ciudades del mundo. La estampa más antigua de San Sebastián fue dibujada en 1560 por Joris Hoefnagel e impresa en 1572 por Franz Hogenberg en Colonia. Hemos podido ver la evolución del aspecto de Donostia en la exposición de grabados históricos que se muestra estos días en el Museo Municipal, sito en el antiguo convento dominico de San Telmo, al pie del monte. 

Arctium minus       Amanua     Bardana

Se reprodujo este grabado durante más de doscientos años: Una mota aislada y escarpada, coronada por un castillo, recorridas sus laderas por murallas, orlada su base por edificios religiosos y civiles y separada de la costa por arenales. Sin embargo, este promontorio con aspecto desolado y muy escasa vegetación, poco tiene que ver con la estampa actual, en la que prevalece el arbolado y hasta las paredes del castillo son propicias para la presencia de una prolífica vegetación. 

Arctium minus       Amanua     Bardana

Bajo la profusa vegetación arbórea de encinas, pinos, hayas, arces, plátanos, tejos, laureles hay, no tanto ahora, pero sí en verano, hay una abigarrada vegetación de sotobosque. Antes de penetrar en el recinto amurallado tenemos que franquear la Puerta del Baluarte, ante la que se desarrollan estas espléndidas bardanas. El tamaño de más de un metro de altura, así como la amplitud de sus hojas, llama la atención de quienes nos acercamos al pretil del que sobresalen y que nos impide rodar por la inhóspita pendiente de siglos pasados.

Arctium minus       Amanua     Bardana

Hoy, con tiempo ventoso y lluvioso, finalizando el otoño, he vuelto a subir, por la escalinata aneja a San Telmo, hasta alcanzar el camino transversal que ya figuraba en los grabados. He tomado fotos de hayas jóvenes que aún conservan parte de sus hojas amarillas. Me he acercado por el empedrado hasta la zona de las bardanas, pero no queda rastro de ellas. ¿Volverán a florecer la próxima temporada con sus brácteas ganchudas?

Arctium minus       Amanua     Bardana

La respuesta la tendré en verano, quizá, puesto que son plantas bianuales. Espero, pues, que nuevamente cubra esa parte de la ladera y no tenga que recordar la desnudez que presentan los grabados. Aún con todo,  y sin especular con la agudeza visual de Joris, el minucioso dibujante, ¿por qué no suponer que ya hace varios siglos se quedaban prendidas de los capotes militares o en las crines de las caballerías? Si bien, puedo suponer, también, que llegaron enredadas en las prendas de lana de los suministradores que accedían a las murallas después de sortear las marismas en épocas posteriores. 

Arctium minus       Amanua     Bardana

San Sebastián, un amurallado emplazamiento militar, hoy cubierto de vegetación y de turistas

Arctium minus       Amanua     Bardana

sábado, 7 de noviembre de 2020

SILENE DIOICA

Silene dioica

Un recorrido costero por Igeldo, en un día soleado, con flores fuera de época

Silene dioica

Este jueves tendremos una ventana de tiempo soleado. Estamos limitados en los desplazamientos al término de San Sebastián y a los pueblos anejos. Me propone Gurutz llegar al Kukuarriserá una buena opción para pasar el día respirando el aire de la costa de Igeldo. Recorreremos, pues, la ruta GR 121 que se aproxima al litoral hasta avistar Orio. Son las nueve cuando nos ponemos en marcha desde la playa de Ondarreta de Donostia.

Silene dioica

Ya separados del Camino de Santiago, a la altura de Tximistarri y al borde del camino, nos sorprenden estas silenes, del mismo género que las collejas, garikotak, con cáliz más estrecho y pétalos hendidos de color lila rosado. Al volver, nos esperará otro conjunto similar junto al camino, en una cota superior. 
Verlas floridas en noviembre, a varios meses de su época habitual de floración, merece un primer alto en la marcha.

El Cantábrico desde la ladera norte del monte Igeldo y la luna hacia el oeste

La toponimia costera es detallada: Lumandaka arlastra, Bankusarku zuloa, Senotxiki, Biosalbi, Lazkako muturra, Galeseno, Iazkorri, Artxabaleta, Ergain, Maiazpi, Antxo, Agiti, Artia senota, Zakarro… en cinco kilómetros de costa desde Igeldo. La navegación marina necesitaba referencias visuales correctamente nominadas. En el último punto decidimos ajustarnos a la ruta para acercarnos al caserío Egiluze. El sendero está desdibujado e invadido de argomas, oteak, que nos acribillan con sus puas. El gps nos marca el punto de referencia para saltar la regata Iraguen, esta vez sin despistarnos.

Silene dioica

Estas silenes, según el nombre específico, son plantas dioicas. Por la urgencia de la marcha, es un detalle que rara vez percibo hasta revisar las fotos. Unas flores solo tienen estambres con polen y otras, por el contrario, solo pistilo fértil. Todas las flores tienen una apariencia similar pero, en unas, los cinco estigmas del pistilo destacan entre los pétalos y, en las otras, solo se aprecia una corona de dientecillos en el borde del tubo de los pétalos. Al parecer, la evolución optó por esta forma de reproducción dioica, de géneros separados, en la mayoría de formas animales.

Silene dioica

Llegados al Kukuarri, tenemos Orio a los pies y enfrente el Ratón de Getaria. Es el momento para otro descanso y un nuevo refrigerio, contemplando el panorama costero sentados sobre areniscas en el prado próximo a la cruz de cemento, erigida hace medio siglo por una sociedad montañera. 
La vuelta, siguiendo el Camino de Santiago a la inversa. Si antes vimos madreselvas y ajos de brezo, ahora pasamos bajo castaños y robles pirenaicos. En casa, para las cinco, con el sol ya cayendo.

Silene dioica

¡Qué cerca de Donosti y qué lejanos parecen estos senderos olvidados del monte de Igeldo! 

Silene dioica